- La autoestima es, en primer lugar, el concepto que se tiene de sí mismo. Si este autoconcepto es real, la estima propia es sana. De lo contrario la autoestima tiene algún daño.
- El realismo en el propio conocimiento es la base de una autoestima sana. El escaso conocimiento o el conocimiento deformado de uno mismo, producen disfunciones en la estima debida a uno mismo.
- La autoestima es la respuesta de nuestra sensibilidad y emotividad ante los valores y antivalores que se advierten dentro de uno mismo.
- Una persona con una autoestima sana actúa de modo coherente con la propia realidad. Es una persona auténtica.
- Un concepto pobre de uno mismo, la infravaloración propia, produce conductas apocadas, débiles, con escasa seguridad en uno mismo. La solución radica en descubrir las realidades positivas actuales y las potencialidades que se poseen.
- Cuando el conocimiento de uno mismo no es realista, sino sobrevalorado, se puede caer en la prepotencia, la intolerancia, la agresividad, etc.
- Una autoestima deformada se manifiesta en forma de narcisismo, egocentrismo o egoísmo.
- No es suficiente con el propio conocimiento, es necesaria también la aceptación de la propia realidad, las fortalezas y las debilidades de la personalidad.
- La presunción, surge de creerse capaz de todo, sin contar con la ayuda de Dios y de los demás. La confianza en uno mismo, sin excesos que la dañen, es una consecuencia de conocerse bien, de aceptarse a uno mismo y de estar dispuestos a dejarse ayudar.
- El ser humano debe amarse siempre a sí mismo, sea cual sea la realidad personal, porque, por encima de todos, Dios nos ama y nos ha creado así como somos.
DECÁLOGO DE LA AUTOESTIMA
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